viernes, 17 de junio de 2016

Castillo de Montsoriu


SU HISTORIA

Conocemos la ocupación de la colina de Montsoriu desde la época ibérica, aunque la aparición de un hacha pulimentada en la colina podría hacer retroceder la ocupación hasta el neolítico. En la época ibérica se encontraba en funcionamiento un asentamiento en la parte más elevada de la colina, cerca de la actual torre del Homenaje. La fecha de la ocupación ibérica en Montsoriu se sitúa en torno al siglo IV-III a. C., según atestiguan las cerámicas ibéricas encontradas en escombros en la zona baja del castillo. Probablemente esta ocupación tendría relación con otros poblados ibéricos de la zona como el que posiblemente se encontraría en la colina del castillo de Hostalrich, en la colina de Buxalleu, en la colina de la Moneda o en la colina de Torre de la Mora.
No será sin embargo, hasta época medieval en la que vuelven a aparecer testimonios de ocupación humana encima de la colina de Montsoriu. A inicios del siglo X, en el Acta de Consagración de la iglesia parroquial de Arbucias del 923 aparece el topónimo de Montsoriu, como nombre de unos caseríos situados en el límite de la parroquia. A partir de ese momento, en las primeras décadas del siglo XI, no hay duda de la existencia de una fortificación en la colina de Montsoriu, hecho que queda reafirmado por las secuencias estratigráficas y hallazgos arquitectónicas de la época prerrománica en el Recinto soberano del castillo (capilla, torre del homenaje y cisterna), que conformarían este primitivo núcleo fortificado.
A lo largo de los siglos XI y sobre todo XII, el castillo se convirtió en la sede de los Vizcondes de Gerona, que muy pronto acabó entroncado con la casa de Cabrera, pasando a llamarse Vizcondes de Cabrera. La hija de Amat de Montsoriu, de nombre Ermesinda , se casó con Guerau de Cabrera en el año 1033, ella seria la fundadora, junto con su esposo, del monasterio benedictino de San Salvador de Breda, centro espiritual del territorio del Vizcondado, en el año 1038. Desde ese momento la historia del castillo de Montsoriu y de las villas y lugares que forman el Vizcondado de Cabrera – Gerona irán intrínsecamente ligadas a la historia de la familia Cabrera.
A lo largo del siglo XIX, el castillo se convirtió en el palacio gótico residencial de los Vizcondes de Cabrera, una de las principales familias del Principado. Se ha calculado que el conjunto del dominio de los Cabrera alrededor del 1360 era de 4.071 fuegos o familias, que podían corresponder a unos 20.455 habitantes. Esta cifra superaba en mucho los súbditos del resto de señores del país, que en promedio no llegaban a las 2.000 familias. En este periodo el vizconde de Cabrera fue el gran Bernardo II de Cabrera (1298-1364), privado del rey Pedro III y tutor del niño Juan, futuro rey Juan I. Destacó su papel dentro de la política exterior de la corona catalanoaragonesa como capitán general de la armada, almirante de la flota catalana y consejero de los diputados del brazo militar en las cortes de Cervera de 1359.
En 1354 compiló las Ordenanzas sobre el Feyt del Mar, código marítimo en que se organizó la marina catalana. Las intrigas políticas y de corte, finalmente lo condujeron a un juicio injusto acusado de traición, y a la muerte en 1364. En 1356 el rey Pedro III, para premiar la lealtad de Bernardo II de Cabrera y de su hijo, Bernardo III, creó a su favor el condado de Osona, de este modo las posesiones de los Cabrera se extendían desde el valle de Bas y el de Cabrera hasta el mar. En aquel momento el vizcondado de Cabrera, en manos de Bernardo III (1350-1368) llegó a comprender un territorio de 14.000 Km2, con ochenta y siete poblaciones, cinco villas murallas, una gran abadía benedictina en Breda, cuatro prioratos más también de la orden de San Benito, cuatro canonjías agustinianas, un monasterio cartujo y otro monasterio femenino de la orden del Císter, uno de los dominios más importantes del Principado. Esta fue la época de máximo esplendor del vizcondado, unida por etapas de inestabilidad política y social, con la revuelta del vizcondado contra el rey debido a la sentencia de muerte de Bernardo II. Montsoriu en esta etapa, experimenta un gran proceso de reformas urbanísticas que se iniciaron a partir del 1347 por voluntad del propio Bernardo II, quien pretendía convertir el castillo en la gran fortaleza de sus tierras.


Durante los siglos XIII y XIV, el castillo de Montsoriu soportó varios ataques y asedios, y también sirvió de residencia o cobijo, como cuando en el año 1285, Felipe el Atrevido de Francia, atacó el condado de Ampurias y la familia vizcondal se refugió en el castillo. Más adelante durante la rebelión del Vizcondado contra el rey Pedro III, entre los años 1365-1371, el rey puso asedio al castillo de Montsoriu con unos 1200 hombres, pero sin conseguir que se rindiera. Montsoriu, con su sistema de murallas concéntricas, la dificultad de acceso al sitio y el magnífico sistema de aprovisionamiento de aguas, era del todo inexpugnable. Una guarnición podía resistir muy bien un largo asedio arriba del castillo sin necesidad de rendirse por la falta de agua gracias a la gran cisterna central, pero además de eso, el castillo disponía de al menos otras tres cisternas más distribuidas por todo el conjunto.
El castillo además tenía la función de proteger a los agricultores y aldeanos en caso de peligro y acogerlos en su recinto para darles refugio. También sabemos por documentos históricos que en el castillo de Montsoriu se guardaba buena parte de la documentación escrita del vizcondado (libros, legajos y Cartoral), que contenían los libros de cuentas, de feudos y otros referentes a la veguería y a la historia de la familia Cabrera. El castillo, en resumen, funcionaba como pequeño centro administrador de su territorio o término, que era la veguería de Montsoriu.
A partir del siglo XV la fortaleza de Montsoriu pierde una de sus funciones más importantes: la de residencia señorial, y paralelamente su función defensiva también queda relegada a un segundo plano debido a las nuevas técnicas piro-balísticas. El abandono del castillo queda patente en el deterioro de las construcciones, afectadas probablemente también por los terremotos del segundo cuarto del siglo XV.
Entre los años 1462 y 1472, periodo conocido como la Guerra civil catalana, el castillo también fue sede de varios episodios bélicos. En 1463 había destacados sólo 10 hombres en el castillo de Montsoriu. Durante la Guerra Civil Catalana el castillo fue tomado por las tropas del Principado, para pasar finalmente a manos reales. Anna I de Cabrera, vizcondesa de Cabrera y de Bas, condesa de Osona y Módica, baronesa de Montclús y de Caccamo y Alcamo (1477-1526) siguiendo la voluntad del rey Fernando el Católico, en 1480 se casó con Fadrique Enríquez, Gran Almirante de Castilla y primo del rey. Las deudas y las continuas ventas a carta de gracia a Francisco de Moncada, conde de Aitona, harán que este último se apodere de los territorios del antiguo Vizcondado de Cabrera entre los años 1566 y 1574, por el precio de 273.000 libras. En 1626 el término o veguería del castillo de Montsoriu pasó por compra a la familia Sarriera, condes de Solterra. A partir de este momento Montsoriu sólo será ocupado en ocasiones puntuales por motivos bélicos. Así, en la Guerra de los Segadores, en 1653 Montsoriu es ocupado por un tercio de irlandeses que sirviendo al Virrey Juan José de Austria, cambian de bando y pasan al ejército del rey de Francia ayudados por los Miquelets de Arbucias. En esa época (1646) era señor del castillo Juan de Saleta Ponsich, y el 1667 ostenta el castillaje la familia Matamala, de San Hilario Sacalm, los cuales acercaron a Quirze Pascual al monte de Montsoriu y la Casa Nueva del castillo construida en la plaza de las Brujas (1713). En 1757 el Vizcondado ya había pasado a manos de los duques de Medinacelli, por empalme matrimonial entre esta familia y los Marqueses de Aitona, y estos hacían obras de conservación, a las que estaban obligados a colaborar los habitantes del término del castillo.
El reencuentro con la historia de Montsoriu se puede relacionar con el descubrimiento de los excursionistas y de los literatos románticos de la centuria precedente, pero no será hasta el año 1914-1915 que se llevó a cabo la primera catalogación arquitectónica del monumento, con planos de Jeronimo Martorell a cargo del Servicio de Catalogación de Monumentos de la Diputación de Barcelona. Más adelante la entidad Amigos del Arte Viejo, asociación privada dependiente del Instituto de Estudios Catalanes, por mediación de Manuel de Genovart ya se preocupó por la situación del monumento. Paralelamente, en estas décadas del 1920-1930 se popularizó la subida al castillo desde numerosas entidades excursionistas, además, entre los años 1932 y 1936 estuvo en funcionamiento una Agrupación Excursionista llamada Montsoriu en Barcelona. Sin embargo, hasta la segunda mitad del siglo XX la sociedad civil no comenzó a articular varios intentos de recuperación del castillo, así en 1949 el ayuntamiento de Arbucias ya propone en el pleno municipal su conservación. También la Asociación Española de Amigos de los Castillos, con Luis Monreal a la cabeza, en 1970 inicia un campaña de recuperación de Montsoriu a lo que calificaron como una de las fortalezas más importantes de Cataluña. Pero no será hasta la creación del Museo Etnológico del Montseny, cuando esta entidad elaboré varios informes y propuestas de actuación entre los años 1981-1987, que tendrán una incidencia directa en el desarrollo de una campaña de concienciación ciudadana, logrando su máxima expresión en el ámbito social con la creación de la Asociación Amigos del castillo de Montsoriu, en 1992. Esta toma de posición de la sociedad civil, la receptividad por parte de las instituciones públicas vinculadas al castillo y la disponibilidad de los antiguos propietarios del castillo, la familia Ribot, posibilitó en 1994 la creación del Patronato del Castillo de Montsoriu, organismo encargado de llevar a cabo la gestión del monumento y posteriormente en 1998, la cesión del castillo al Consejo Comarcal de la Selva , actual propietario del monumento que ha llevado a cabo los diferentes trabajos de restauración desde 1995.
La colaboración de diferentes instituciones ha permitido sacar adelante diversas fases de restauración y la apertura al público del monumento desde el año 2011.

 EL CASTILLO

Formado por tres recintos rodeados por murallas, la parte más antigua conservada es la torre del homenaje de la segunda mitad del siglo X, en el primer recinto en la parte norte se encuentra el acceso principal con una torre lateral y una pequeña capilla pre-románica con un ábside y restos de haber tenido pinturas murales, se sabe que estaba bajo la advocación de San Pedro.
Alrededor del año 1240 tuvieron lugar unas gravísimas inundaciones en la Cataluña Central. Resultaron unas tormentas de tal magnitud que el vizconde Guerau creyó que aquel aguacero conseguiría lo que no habían logrado los diferentes asaltos a los que el castillo se había tenido que enfrentar. Un rayo alcanzó la torre más alta de la fortaleza partiéndola por la mitad. El agua había atravesado la muralla exterior y había penetrado en el tercer recinto y en el segundo, donde hacían vida Guerau, vizconde de Cabera y su mujer Ramona de Montcada, juntos con sus hijos y las personas de servicio. Fue en aquellos momentos de desesperación extrema cuando Guerau suplicó a la Mare de déu de Montserrat por su salvación y la de su familia. El monje redactor de los Anales de Montserrat explica: "el vizconde Guerau hizo una promesa a Nuestra Señora si lo liberaba de la terrible tormenta, que derrumbó torres y casas del castillo, y mató personas y bestias. Al instante de haber hecho la promesa la lluvia cesó". Fuente: Montserrat. La montaña de los prodigios. J.Castellar-Gassol. Ediciones de 1984
En el siglo XIII, se hicieron grandes ampliaciones, construyéndose un nuevo recinto soberano con una sala, la llamada sala gótica edificada enfrente la entrada principal y cubierta con una bóveda de cañón apuntada, un patio de armas con una torre cuadrada y un foso con un nuevo amurallamiento con dos torres cilíndricas angulares.
Se construyó una nueva capilla adosada a la muralla, datada de finales del siglo XII o principios del siglo XIII, era de planta rectangular de l0 metros de largo por 3,5 de ancho, con dos pequeñas ventanas con una pequeña capilla lateral al muro oeste y con cubierta a dos aguas, la puerta de acceso conserva parte de los escalones de entrada, así como en un muro interior se pueden ver restos de esgrafiados de una figura humana y tres cruces.
Fue en el siglo XIV, cuando los Cabrera, ya muy poderosos en esta época, hicieron las reformas para transformarlo en castillo-palacio, en el recinto soberano se construyeron dependencias como el comedor y la cocina, se hicieron pavimentos nuevos y depósitos para recoger agua, de este siglo es la nueva puerta en la torre del homenaje, una nueva sala sobre la ya existente sala góticade 100 metros cuadrados, donde se aprecian los restos de una chimenea y dos ventanales góticos y las nuevas murallas que pasaron de un grueso de 70 cm a 120/150 cm, construyendo pasos de ronda a todo su largo.
El aljibe de debajo del patio de armas
En el patio de armas y segundo recinto de forma trapezial se convirtió en el lugar residencial, alrededor del patio de armas se distribuyen las dependencias adosadas a las murallas y en su parte frontal daban al patio que fue semi cubierto por unos porches haciendo de galería en todo su perímetro, en el centro se dispuso un gran aljibe de 12 metros de largo por 4,5 de ancho y 5 de profundidad, con una completa red de canales para cubrir las necesidades del abastecimiento del agua y se enlosó todo con mármol de Gualba. Se construyó un gran comedor con ventanales y chimenea.
La capilla del siglo XIII se anuló y se pasó a otra dependencia, también de planta rectangular de aproximadamente 10 metros de longitud por 8 de anchura, con [[presbiterio (arquitectura)|presbiterio]] y campanario de espadaña, con una ventana gótica conocida como el mirador de la condesa su acceso era directo desde el patio.
Por último en este siglo se realizó un nuevo espacio, el recinto jussà con una torre cuadrada al lado de su entrada, dedicado a la protección y defensa.

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